jueves, 23 de mayo de 2013

HASTÍO, VIDEO EXPERIMENTAL





“La deconstrucción, más que del alimento es un proceso de la persona misma”.


Hastío, más que una reinterpretación del miedo a la muerte se convierte en una continuación de la obra, en cuanto a lo que sucede con Saturno, pero en relación a la comida. Se vuelve una catarsis del dolor, de ese engullir alimentos que ya producen cansancio, que más que nutrir degradan el cuerpo por un hecho mental de no quererlos más en él. Y se convierte en la limpieza del individuo; limpieza que aunque libera a la persona, connota la muerte de esa comida en su vida. 

RECURSOS NARRATIVOS, HASTÍO



Para la creación del video experimental se tuvieron entonces ciertos elementos simbólicos que reforzarían la narrativa y la postura hacia el alimento según lo reinterpretado, y que de igual forma se conectarían con elementos propios de la obra.

La expresión corporal: el personaje de nuestro video continua con la postura erguida que nos muestra Saturno congelado en la obra, iniciando una catarsis causada por el hastío, en donde el personaje  viene de una degradación representada por el cuerpo mismo y la expulsión de sus órganos, el cual sufre una transformación hasta llegar a la deconstrucción, aquí la postura corporal cambia y  su rostro es visible.

El color: se utiliza un espacio oscuro y vacío, en donde no hay profundidad de campo por la oscuridad que prevalece. La luz de neón (recurso conceptual utilizado por su sensibilidad y luminosidad que nos muestra lo que aparentemente no se puede ver) pinta la escena con tonos fríos, así prevalezca colores rojizos y verdosos.

Los órganos, pedazos de comida que se  expulsan: los órganos y pedazos de comida responden a una degradación del alimento al no ser transformados por la persona misma, esto se evidencia en todo los elementos que son expulsados por el personaje en una acto repulsivo, algunos son: corazón, cerebro.

La música: ayuda a la narración de la historia, pues el personaje pasa por dos estados, uno de degradación en el cuál se acentúan los bruscos movimientos corporales del personaje con sonidos graves y caóticos , y un estado de deconstrucción que la lleva a la tranquilidad, dejando el hastío, con sonidos más simples y naturales, como el viento y los pájaros.

HASTÍO, OBRA REINTERPRETADA

“La deconstrucción, más que del alimento es un proceso de la persona misma”.


SATURNO DEVORANDO A SU HIJO
Obra original



Conceptos propios:

Alimento: transformación (Mientras esté en manos del individuo transformarlo). El alimento por sí mismo no se transforma, se degrada.  

Deconstrucción: acto de transformación. Volver a lo más elemental, lo simple, lo más esencial. 

Degradación: proceso de muerte. Lleva a lo inerte. 

Hastío: es algo que se crea en el interior del individuo que produce tedio hacia el alimento y que persiste hasta que éste es expulsado o abandonado. 

La deconstrucción, más que del alimento es un proceso de la persona misma. El hastío es algo que se crea en el interior del individuo, no en el objeto sobre el que recae, en este sentido, la comida. Ésta sigue siendo la misma, teniendo las mismas características, la transformación la rige la persona que la ingiere. Y de ella misma debe formularse el cambio, el uso o desuso que se le dé, que la lleva a que sea comestible o no por mucho más tiempo. 

“Si dejé de comer carne, arroz con huevo o papas de paquete, fue precisamente porque no accioné hacia un cambio, decidí seguir con el hábito que me llevó a ese proceso de hastío y luego huí del alimento, lo abandoné y dejé de consumirlo, lo degradé. Yo pude haber creado la transformación positiva que me llevara a comerlos por siempre, sin un mal de por medio, pero precisamente fue mi cambio interior, mi degradación tanto mental como física frente a ese alimento y no mi accionar frente a su presentación y preparación lo que produjo que ese hastío se presentara en mí como individuo y que se encaminara a  una muerte de ese alimento en mi vida.”

En la obra de Francisco de Goya “Saturno devorando a su hijo”, Saturno representa todo ese dolor, miedo y resignación del camino a la muerte. El personaje está en un proceso de degradación que se refleja en su expresión corporal, en la paleta cromática de la obra, su iluminación. El cuerpo inerte que devora no es más que una vana ilusión de poder que como toda ilusión desaparece con rapidez para dar lugar a lo que más nos llama la atención de la obra, que es el rostro de Saturno. Un rostro que refleja terror. Hay una descomposición marcada de la persona a partir de la que se decidió reinterpretar la obra. 

Desde nuestra postura se habla de un miedo a la transformación, a ese seguir con evolución a algo. Cuando el proceso no se da, cuando no se transforma el alimento, comienza a formarse en el individuo ese hastío, degradando no sólo al alimento, sino degradándose por igual la persona. Es un proceso mutuo que lleva a una dicotomía. El alimento debe ser transformación, crecimiento, pero en este caso se convierte en tedio por pasividad del individuo. Y cuando no se produce un cambio, sólo puede haber lugar para una expulsión. La persona huye del alimento, lo abandona y le da muerte debido a su no actuar. Sin embargo, aquí el proceso cambia. La degradación de la persona se convierte en una deconstrucción. Y al estar alejándose de lo que le hastía, la persona se transforma y logra llegar a ese estado de tranquilidad y plenitud, a lo elemental por un periodo de tiempo. 

Se habla entonces de un proceso de facilismo del individuo. Que aunque se libera, está restándole a su vida, ya que cada vez aleja más alimentos de su dieta al preferir abandonarlos a resignificarlos y darles esa transformación. 



Hastío, más que una reinterpretación del miedo a la muerte se convierte en una continuación de la obra, en cuanto a lo que sucede con Saturno, pero en relación a la comida. Se vuelve una catarsis del dolor, de ese engullir alimentos que ya producen cansancio, que más que nutrir degradan el cuerpo por un hecho mental de no quererlos más en él. Y se convierte en la limpieza del individuo; limpieza que aunque libera a la persona, connota la muerte de esa comida en su vida. 

SATURNO DEVORANDO A SU HIJO


Con el nombre de Pinturas negras se conoce la serie de catorce obras murales que pinta Goya entre 1819 y 1823 con la técnica de óleo al secco sobre la superficie de revoco de la pared de la Quinta del Sordo. Estos cuadros suponen, posiblemente, la obra cumbre de Goya, tanto por su modernidad como por la fuerza de su expresión. Una pintura como Perro semihundido se acerca incluso a la abstracción; muchas otras son precursoras del expresionismo pictórico y otras vanguardias del siglo XX.
Las pinturas murales fueron trasladadas a lienzo a partir de 1874 y actualmente se exponen en el Museo del Prado. La serie, a cuyos óleos Goya no puso título, fue catalogada por primera vez en 1828 por Antonio Brugada, quien las tituló por vez primera, con motivo del inventario que realizó a la muerte del pintor. La Quinta del Sordo pasó a ser propiedad de su nieto Mariano Goya en 1823, año en que Goya, al parecer para preservar su propiedad de posibles represalias tras la restauración de la Monarquía Absoluta y la represión de liberales fernandina, se la cede. Desde entonces hasta fines del siglo XIX la existencia de las Pinturas negras fue escasamente conocida y solo algunos críticos, como Charles Yriarte, las describieron. Entre los años 1874 y 1878 fueron trasladadas de revoco a lienzo por Salvador Martínez Cubells a instancias del barón Émile d’Erlanger, proceso que causó un grave daño a las obras, que perdieron gran cantidad de materia pictórica. Este banquero francés tenía intención de mostrarlas para su venta en la Exposición Universal de París de 1878. Sin embargo, al no hallar comprador, acabó donándolas, en 1881, al Estado español, que las asignó al entonces Museo Nacional de Pintura y Escultura (Museo del Prado).

MUERTE DE GOYA




El 28 de marzo de 1828 su estado de salud era muy delicado, no solo por el proceso tumoral que se le había diagnosticado tiempo atrás, sino a causa de una reciente caída por las escaleras que le obligó a guardar cama, postración de la que ya no se recuperará. Tras un empeoramiento a comienzos del mes, Goya muere a las dos de la madrugada del 16 de abril de 1828, acompañado en ese momento por sus deudos y por sus amigos Antonio Brugada y José Pío de Molina.


Al día siguiente se le entierra en el cementerio bordelés de La Chartreuse, en el mausoleo propiedad de la familia Muguiro de Iribarren, junto a su buen amigo y consuegro Martín Miguel de Goicoechea. En 1888 (a los sesenta años,) se hace una primera exhumación (encontrándose los despojos de ambos esparcidos por el suelo), que por desidia española no concluye en traslado. En 1899 por fin se exhuman de nuevo y llegan finalmente a Madrid los restos de los dos, Goya y Goicoechea. Depositados provisionalmente en la cripta de la Colegiata de San Isidro, pasan en 1900 a una tumba colectiva de «hombres ilustres» en la Sacramental de San Isidro y finalmente, en 1919, a la ermita de San Antonio de la Florida, al pie de la cúpula que el aragonés pintara un siglo atrás, donde desde entonces permanecen.

LA QUINTA DEL SORDO. FRANCISCO DE GOYA.

La Triple generación, 1760-1769 (Jerez de la Frontera, colección particular).
Francisco de Goya y Lucientes nació en 1746 en el seno de una familia de mediana posición social2 de Zaragoza, que ese año se había trasladado al pueblecito de Fuendetodos, situado a unos cuarenta kilómetros al sur de la capital, en tanto se rehabilitaba la casa donde vivían. Su padre era un artesano de cierto prestigio, maestro dorador, cuyas relaciones laborales sin duda contribuyeron a la formación artística de Francisco. Al año siguiente volvieron a Zaragoza, si bien los Goya mantuvieron siempre el contacto con el pueblo natal del futuro pintor, como revela el que su hermano mayor, Tomás, que siguió el oficio del padre, instalara allí su taller en 1789. Cuando Francisco tenía poco más de diez años, ya comenzados sus estudios primarios probablemente en los Escolapios de Zaragoza, la familia atravesó dificultades económicas que pudieron obligar al jovencísimo Goya a ayudar con su trabajo a superar la crisis. Quizá este hecho explique que su ingreso en la Academia de Dibujo de Zaragoza, dirigida por José Luzán, no se produjera hasta 1759, una edad (trece años) algo tardía para lo que era habitual. De su actividad durante el aprendizaje con Luzán, que se prolongaría hasta 1763, se sabe poco, y, en palabras de Bozal, «nada [de la pintura de Goya] se conserva de aquellos años». Sin embargo, se han atribuido a esta etapa algunos cuadros de tema religioso que acusan el estilo barroco tardío napolitano de su primer maestro, que se puede percibir en Sagrada Familia con San Joaquín y Santa Ana ante el Eterno en gloria, datada, según José Manuel Arnaiz, entre 1760 y 1763.
Goya, en todo caso, es un pintor cuyo aprendizaje progresa lentamente, y su obra de madurez se revelará tarde. No es extraño que no obtuviera el primer premio en el concurso de pintura de tercera categoría convocado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1763, en el que el jurado no le otorgó ningún voto en competencia con Gregorio Ferro.Tres años más tarde, esta vez en la convocatoria de primera clase, volvió a intentarlo a fin de obtener una beca de formación en Roma, de nuevo sin éxito.
Esta decepción pudo motivar su acercamiento al pintor Francisco Bayeu —con cuya familia tenían parentesco los Goya—, que había sido llamado a Madrid en 1763 por Mengs para colaborar en la decoración del Palacio Real de Madrid. En diciembre de 1764 un primo de Bayeu casó con una tía de Goya. Es muy probable que el pintor de Fuendetodos se trasladara a la capital de España por estas fechas en busca de protección y nuevo maestro, como indica el hecho de que Goya se presentara en Italia en 1770 como discípulo de Francisco Bayeu.



FRANCISCO DE GOYA

Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, provincia de Zaragoza, 30 de marzo de 1746 – Burdeos, Francia, 16 de abril de 1828), fue un pintor y grabador español. Su obra abarca la pintura de caballete y mural, el grabado y el dibujo. En todas estas facetas desarrolló un estilo que inaugura el Romanticismo. El arte goyesco supone, asimismo, el comienzo de la Pintura Contemporánea, y se considera precursor de las vanguardias pictóricas del siglo XX.
Tras un lento aprendizaje en su tierra natal, en el ámbito estilístico del barroco tardío y las estampas devotas, viaja a Italia en 1770, donde hace contacto con el incipiente neoclasicismo, que adopta cuando marcha a Madrid a mediados de esa década, junto con un pintoresquismo costumbrista rococó derivado de su nuevo trabajo como pintor de cartones para los tapices de la manufactura real de Santa Bárbara. El magisterio en esta actividad y en otras relacionadas con la pintura de corte lo imponía Mengs, y el pintor español más reputado era Francisco Bayeu, que fue cuñado de Goya.
Una grave enfermedad que le aqueja en 1793 le lleva a acercarse a una pintura más creativa y original, que expresa temáticas menos amables que los modelos que había pintado para la decoración de los palacios reales. Una serie de cuadritos en hojalata, a los que él mismo denomina de capricho e invención, inician la fase madura de la obra del artista y la transición hacia la estética romántica.
Además, su obra refleja el convulso periodo histórico en que vive, particularmente la Guerra de la Independencia, de la que la serie de estampas de Los desastres de la guerra es casi un reportaje moderno de las atrocidades cometidas y componen una visión exenta de heroísmo donde las víctimas son siempre los individuos de cualquier clase y condición.
Gran popularidad tiene su Maja desnuda, en parte favorecida por la polémica generada en torno a la identidad de la bella retratada. De comienzos del siglo XIX datan también otros retratos que emprenden el camino hacia el nuevo arte burgués. Al final del conflicto hispano-francés pinta dos grandes cuadros a propósito de los sucesos del levantamiento del dos de mayo de 1808, que sientan un precedente tanto estético como temático para el cuadro de historia, que no solo comenta sucesos próximos a la realidad que vive el artista, sino que alcanza un mensaje universal.
Pero su obra culminante es la serie de pinturas al óleo sobre el muro seco con que decoró su casa de campo (la Quinta del Sordo), las Pinturas negras. En ellas Goya anticipa la pintura contemporánea y los variados movimientos de vanguardia que marcarían el siglo XX.