viernes, 17 de mayo de 2013

CALDO-FUSIONES


21 Años, 5 países, un trillón de ciudades y provincias. Sabores, sazón, platos llenos, vacíos, a medio comer; poco, mucho; rico, no tanto. Las comidas me pasan revueltas en la cabeza, un sin fin de colores, texturas y olores, cada uno me remite a una experiencia distinta.

Comer es un eterno maridaje, es equilibrio y armonía. Buscar siempre en el proceso potencializar el sabor. sazonar los platos y endulzar mi ritual, esa es la clave.

Primero la vista; detallar la forma, su montaje, cada porción de la composición expuesta ante mí. Que no haya desorden, que todo esté en un claro balance, arrocitos por fuera de la línea? No! Las verduras están amontonadas por doquier, primero las organizo, luego me lo como.
Comer todo a la vez? Nunca! Cuando todo está correctamente formado comienzo por la ensalada, luego las carnes y por último las papas, no me gusta comer en desorden; unos minutos después me tomaré la bebida, ni antes, ni a cada bocado que doy, sólo al final.



Luego un poco de información alimenticia, es esto pollo caramelizado?  Arroz con huevo…? No, gracias, prefiero el pescado y qué tal con carne de res? Gracias, pero no, me da desaliento…
Sí, algunos alimentos producen en mí esa sensación de pesadez y pereza, ni los pruebo, el sólo verlos me produce eso. Así que mi selección siempre es rigurosa.





Segundo el olor; algunos fuertes, otros más suaves, los olores me llevan a otras partes, otras época, ciudades distintas, personas, mi mamá, mi abuela, ese restaurante que tanto me gustaba a las afueras del Subway en esa ciudad del Norte. Cada plato tiene su olor característico, canela, orégano, pimentón, albahaca, un poco de yerba buena, banano, fresa, mora!




Mora: Las montañas llenas de cultivos, guantes para protegerte de las púas, comer varias mientras recojo en mi balde, y luego? Un poco de lecherita sobre ellas para la tarde, ese olor me lo recuerda.

Tercero textura; Nada de dureza, pero tampoco tan suaves, grumitos? No tanto, esa sensación me molesta, se trata de una perfecta medida entre lo suficientemente duro para que no se deshaga al momento de llevarlo a la boca, pero lo suficientemente suave para que se pueda dar ese juego táctil entre los dedos mientras lo cojo, los dientes, la lengua y la cavidad bucal mientras lo mastico, si puedo darme el gusto de pasarlo por mi boca y tragarlo sin problema será un buen bocado.





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